La Odisea
- tbradgarner
- 21 dic 2024
- 16 Min. de lectura

Proemio
Tengo que comenzar diciendo que en un primer momento este artículo iba a ser una crónica del pasado Bills Lions. Fue un partido (hay dos o tres al año, no más) que, por cierto, cumplió con sus altas expectativas, alcanzando cotas de emoción e intensidad sin casi parangón; el típico encuentro que ha ido embaucándote poco a poco, metiéndote en él, obligándote a concéntrate más y más, a no apartar la mirada mientras se cuece a fuego lento (lleno también de fogonazos, por supuesto) que, cuando finalmente acaba, es como si despertarás de una ensoñación, de un viaje a vaya usted a saber dónde, un lugar fantástico donde el ruido mundano no llega, ya que sus fronteras son pura sordina, pero que, de repente, no dejaba de ser una fina pompa de jabón que, nada más finalizar los 60 minutos de extenuante football, explota irremediablemente.
Uno acaba exhausto, pero feliz, por supuesto, con una sensación eufórica, con afán de intentar analizar lo acontecido. Pero, con el paso de las horas, una nueva realidad empezaba a fraguarse en mi cabeza. Una figura espectral, un fantasma la recorre…bueno, es de buen tamaño, más bien diría que se parece a un elefante en una cacharrería. La figura del QB de los Bills, Josh Allen, empieza a crecer y crecer como el muñeco blanco gigante, esa especie de hermano de Michelín, que también rondaba la mente de Dan Akroyd al final de Cazafantasmas. Es imposible dejar de pensar en ella, es ya como Moby Dick, y yo el capitán Ahab, obsesionado hasta el tuétano, cuyo destino es perseguirla hasta la boca del infierno, si fuera necesario.
Ya no voy a hablar del planteamiento inteligente de los de Sean McDermott, del logro de desbaratar la carrera de Detroit (pobre Montgomery), de cómo se resarció la defensa tras el partido en LA ( y eso que tenía bajas importantes, sobre todo en secundaria), del buen partido del DT Oliver y del DE Rousseau…de los buenos diseños de las jugadas del OC Joe Brady, de la táctica de dar de comer a todos los receptores, de la poderosa e infravalorada OL, los pulling tackles cruzando la LOS, del buen partido del RB James Cook, y, sobre todo, del uso del backup RB Ty Johnson, drafteado por Lions hace años, usado como el receptor inesperado, el as bajo la manga, contra la defensa al hombre de Aaron Glenn, volviendo locos a los diezmados LBs.
De los de Michigan tampoco quiero hablar mucho. Creo que ya está todo dicho. No sirve de nada incidir en el via crucis de lesiones en defensa (a las que hay que añadir las graves acontecidas durante el encuentro), que dejan en el aire una temporada que tiene que ser histórica. Incluso voy a dejarme en el tintero el grandioso partido de Goff, a pesar de estar jugando a lo que quería Buffalo, bordándolo, el desesperado onside kick, el anhelado TD del OL Dan Skipper perseguido durante semanas (qué grande es Ben Johnson), y la manera que tienen de luchar los leones de Campbell hasta el mismísimo final, aunque no tengan ya nada que ofrecer, sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor. Finalmente, los de Orchard Park se impusieron 48-42 a los de Allen Park dejando a los boquiabiertos aficionados del Ford Field más de 1000 yardas combinadas totales en lo que pudo ser el prólogo de la Super Bowl.
En fin, un festival de puntos, ataques, yardas aéreas, records, espectáculo, lucha sin cuartel, emoción, etc…todos los ingredientes de un instant classic que, sin embargo, quedaronn ensombrecidos, bajo mi punto de vista, por la mayestática actuación de Allen. Pongámonos en contexto…

El viaje del héroe
En 1949 Joseph Campbell (ya se, ya se, Campbell sale hasta en la sopa…no he podido evitar el chascarrillo oigan) publicó El héroe de las mil caras, donde, mediante la religión y mitología comparadas estudia el arquetípico viaje del héroe legendario, presente en casi todas las culturas. En dicho análisis concluye que, casi en todos los casos, se sigue un patrón, al que llamó monomito, formado por doce etapas (otra vez el numerito). No todas están presentes siempre, pero la mayoría de ellas pueden verse en el periplo de estos héroes.
Es decir, las podemos encontrar en las mitologías antiguas: Osiris, Teseo, Jasón, Hércules, Ulises, Edipo, Perseo, Orfeo, Eneas, como también en las religiones: Moises, Jesús, Mahoma, Buda. Generalmente este viaje conlleva la catábasis, el descenso al inframundo, a lo más oscuro del inconsciente, para poder posteriormente renacer. Carl Gustav Jung, el psicoanalista, estuvo muy presente es todo este ideario de Campbell, una especie de viaje iniciático (físico o espiritual) de autoconocimiento y autorrealización.
Los doce pasos serían los siguientes:
1) El mundo ordinario: la vida mundana del héroe antes de comenzar el viaje.
2) La llamada a la aventura: puede ser una amenaza, el azar, etc. La tranquilidad de su mundo se ve comprometida.
3) Rechazo de la llamada: el héroe puede estar deseando partir, pero muchas veces tendrá recelos y dudas, incluso miedo.
4) Encuentro con el mentor: internarse en este viaje a lo desconocido requerirá de la figura del maestro que oriente a nuestro héroe, que lo calme, que disipe sus temores.
5) Cruzar el umbral: nuestro protagonista ya está listo para partir. Ya no hay marcha atrás.
6) Las pruebas: durante el camino se irá enfrentando a situaciones y enemigos cada vez más desafiantes con los que irá aprendiendo lecciones y ganando confianza.
7) Acercamiento a la cueva más profunda: puede ser un lugar real o no, y puede ser cualquier tipo de amenaza, pero una superior a las anteriores. Las dudas y miedos retornarán. Necesitará de toda su valentía para llegar al lugar. La tensión irá in crescendo.
8) La gran prueba: una prueba enormemente peligrosa o una crisis interna. Deberá aprovechar todas sus habilidades y experiencias. A través de esta prueba nuestro héroe sufrirá una especie de muerte, no tiene que ser auténtica, de la que se recuperará con energías renovadas.
9) Recompensa: la superación de la prueba le proporcionará al héroe nuevos poderes, una nueva percepción, alcanzará un estado superior de conciencia.
10) El camino de vuelta: desandará lo andado, pero con su nuevo don bajo el brazo, que le servirá de gran ayuda.
11) Resurrección: este es el último reto del héroe, la batalla final, el apogeo de la aventura, que tendrá una importancia para el mundo que le rodea. Todo depende de él, toda la presión estará encima de sus hombros. La gente formará parte de esta prueba también, pueden ser testigos del acontecimiento, compartiendo sus miedos y esperanzas.
12) Regreso con el elixir: regresa finalmente a casa totalmente cambiado, un hombre nuevo, mejor, más sabio, tras ver mundo y enfrentarse a lo inimaginable. Su regreso traerá esperanza, solucionará muchas cosas, obteniendo una recompensa final, tangible o simbólica. El mundo ya no será el mismo.
Pues bien, me imagino que todo esto les suena, ¿verdad? Ejemplos de estos tenemos a patadas, tanto en la literatura, desde Perceval o el cuento del Grial, La Divina Comedia, El Quijote, Fausto, Alicia en País de las Maravillas, Moby Dick, Huckleberry Finn, La Vuelta al Mundo en 80 Días, Ulises, El Señor de los Anillos, como en el cine, desde El Mago de Oz a George Lucas, que reconoce que el libro de Campbell le influyó enormemente durante la creación del guion de Star Wars, con la consiguiente influencia en los cientos de películas posteriores, aunque no ocurran en una galaxia lejana, como Karate Kid (y la cantidad de cintas influenciadas, a su vez, por ésta). No quiero olvidar toda la industria del comic y de los superhéroes.

Tattoine
Vamos a usar la trilogía original de Lucas como hilo conductor. Recuerden, en el planeta desértico de Tattoine vivía el joven Luke Skywalker con sus tíos, ignorante de las tensiones que se vivían en la galaxia. Unos androides extraños vendrán a romper la sencilla paz de su vida.
Volvamos al QB de los Bills. Puede que se nos olvide (o no), pero su carrera ha sido de todo, menos un camino de rosas. Yo creo que en este momento es necesario que dejemos la actualidad más rabiosa y volvamos al comienzo del viaje del héroe, para ser debidamente justos con él.
Josh Allen nació en California, que también a veces se olvida, porque parece salido de algún sitio frio y duro como Buffalo, tal ha sido su simbiosis con la ciudad y su gente. Llegado el momento, acabado el instituto, no le llovieron las ofertas, las becas no llegaron y no se fue ni siquiera a una universidad propiamente dicha. Su primer año lo pasó en Reedley College , un Junior College. Es una institución que no existe en España, donde puedes estudiar hasta los dos primeros años universitarios, los que, en USA, están cargados de asignaturas comunes. Es una alternativa más barata, que te proporciona una atención más personalizada, ya que son más pequeñas, y en la que tienes una mayor oportunidad de poder jugar. Pueden servir de trampolín.
Después de ese primer año, un año con números no muy dignos, su cuerpo creció, empezando a parecerse a ese QB con cuerpo de linebacker y maneras de tight end que hoy todos conocemos. Sus entrenadores pensaron que llamarían a su puerta algunos equipos de la FBS, pero se equivocaron. Allen mandó cartas a todos los entrenadores y coordinadores que pudo, pero sólo recibió una beca de Eastern Michigan y de Wyoming, donde acabaría recalando.
Pero se da la paradoja de que los reclutadores de Wyoming, cuando fueron a visitar Reedley, ni siquiera iban buscando a Josh. Dio la casualidad de que el OC de Wyoming, Brent Vigen, vió similitudes con un QB que había seleccionado en el 2010 en sus años en North Dakota State, un tal Carson Wentz oigan, y decidió apostar por él. El azar, ¡qué caprichoso es! A pesar de todo, Josh realizó un último intento escribiendo a Fresno State, cerca de casa, pero no hubo suerte.
En Wyoming, en la Mountain West conference, alejado de los focos principales, de las principales instituciones, de los mejores jugadores y entrenadores, pasó tres años, aunque el primero lo perdió por encontrarse lesionado. En el segundo consiguió la titularidad y sus mejores números, aunque tampoco espectaculares. Contempló la posibilidad de entrar en el draft de aquel año, el del 2017, el de Mahomes. Vigen llamó a su padre convenciéndole que Allen necesitaba estar un año más, estaba aún muy verde. Josh entendió la situación y también se vio obligado por lealtad, al equipo que había confiado en él. En el locker room sus compañeros lo querían y apreciaban, como hoy sucede en Western NY.
Su último año fue complicado, su equipo perdió varios jugadores que, aunque en rondas bajas, llegaron a la NFL, y claro, el reclutamiento allí no es igual en una de las Power5 (ahora 4). No todo el monte es orégano por aquellos andurriales. También sufrió una lesión en el hombro que le impidió jugar varios partidos…al final sus estadísticas bajaron, su futuro era incierto.

Moss Eisley
Tras ver el holograma en el que una joven dama pedía auxilio, que llevaba grabado uno de los androides, Luke decide buscar a un viejo eremita que le ayude a saber qué hacer. Finalmente deciden irse a la capital, Moss Eisley, para embarcarse en el primer transporte para Aldaraan, planeta de la princesa Leia, protagonista del mensaje. Será el primer paso de una serie de sucesos que llevaran a nuestro protagonista a formar parte del ejército de la resistencia de la extinta República.
Estamos en el draft de 2018, un año donde podemos encontrar nombres como los de Baker Mayfield, Sam Darnold, Lamar Jackson y Josh Rosen, que, si no se acuerdan de él, venía con unas referencias inmejorables, aunque hoy en día se lo haya tragado la Tierra. El pedigrí de nuestro QB no se acercaba lo más mínimo.
Muchos analistas no veían a Josh como un QB de primera ronda. Sus porcentajes de completos en sus 3 años en college fueron 49%, 56% y 56,3%, daban bastante miedo. Su físico llamaba la atención, su fuerza, potencia, su brazo…pero su precisión elevaba muchas cejas, al igual que su toma de decisiones y sus lecturas. Llegaron a ser incluso crueles: parodia de prospecto, desarrollo imposible, inviable mejorar su precisión (dicho por Aikman, hace no muchos años se creía que básicamente o se nacía con ese don o nada), Roger Staubach con 76 años sería mejor elección, más TE que QB (recuerden que de Lamar decían algo parecido, pero para que se cambiara a receptor). Incluso que no era capaz de procesar las cosas con la velocidad necesaria para ser un franchise QB. Eso no era comenzar con el pie derecho.
Otros, pocos, vieron un diamante en bruto. Por ejemplo, Mel Kiper lo eligió como el mejor QB de la promoción. Comentó que las estadísticas y las analíticas llegan donde tú quieras que lleguen. Allen le interesó desde un principio y conoció los condicionantes de sus números. Sabía de dónde venía, sus intentos por mejorar una ofensiva anémica, por realizar lanzamientos imposibles, de querer hacer un TD en cada lanzamiento. Tampoco se engañaba, conocía sus defectos, su mecánica deficiente, su falta de desarrollo, pero los creía subsanables. Su techo podía ser muy alto. Finalmente fue seleccionado en una muy buena séptima elección.
A Brandon Beane, el GM de Buffalo, también le llamaba la atención el potencial de Josh. Se reunió con él un par de veces para ver cómo era realmente el chico. En la primera, en Alabama, en la Senior Bowl, Allen no dejó ver mucho más allá de su timidez, pero en la última, en Wyoming, en una sesión privada, por fin, vio a un joven decidido, inteligente y metódico. Le presentaron la ofensiva de los Bills para, acto seguido, lanzarle varias preguntas sobre ella…sus respuestas colmaron todas sus expectativas. Su memoria y perspicacia completaron el cuadro que el físico imponente no dejaba ver del todo.
Mel Kiper dejó otro razonamiento que da que pensar. A pesar de los números, la visión que se tenga sobre un prospecto, el contexto lo es todo, ¿hubiera mejorado Allen a los Browns o Jets en caso de haberlo elegido en lugar de a Darnold o Mayfield?… Josh Allen tuvo mucha suerte acabando junto a Beane, McDermott, Daboll y cia.

Dagobah
Tras varias batallas, luchas, victorias y derrotas. Luke, que es consciente del potencial que tiene, pero nesecita desarrollarlo, decide buscar al único ser en la galaxia que puede ayudarle. Viaja en busca de su maetro Yoda al planeta pantanoso de Dagobah.
Durante los dos primeros años de profesional, la percepción que se tenía de Allen apenas varió. Es más, sus primeros partidos fueron bastante desastrosos. Lo comentado hasta ahora seguía siendo, más o menos, la opinión generalizada. Es aquí donde comienza el cambio, donde se encuentra con sus mentores.
Por un lado, la mecánica. Allen no es tonto, necesitaba pulir su estilo, sus movimientos, saltaba a la vista. Durante varios años en la offseason fue a la academia para QBs dirigida por Jordan Palmer, hermano de Carson, que, tras una carrera mediocre, se convirtió en gurú del pase para jóvenes mariscales, aprovechando tanto sus conocimientos, así como las últimas tecnologías. Darnold, Burrow... este año Nix, pasaron por sus manos.
Palmer sabía perfectamente que Josh nunca había sido entrenado a la manera “clásica”. Tenía vicios que había que quitar, pero también era más fácil de moldear. Además, era un chico muy curioso, se interesaba por el porqué de las cosas, en este caso, estaba obsesionado por la mecánica de su lanzamiento. Con la misma filosofía que en Karate Kid, con el famoso dar cera, pulir cera, usaron el golf, del que Allen es un enamorado. A la par que mejoraba su swing, mejoraba su técnica. Le ayudó a comprender cómo se mueve su cuerpo, cómo lograr la manera más eficiente realizar un lanzamiento, tanto en el golf como en el football.
Pero principalmente, Jordan le cambió el juego de pies. Josh rebotaba continuamente sobre las puntas de los dedos, con una base muy pequeña, obligándolo a dar muchos pasos a la hora de lanzar, dificultándolo la capacidad de catapultar el football con la ayuda natural del movimiento de su cuerpo. Una vez mejorada la plataforma de lanzamiento, con todo el pie en el suelo, con una base mucho más equilibrada, se comprobó como su cadera se sincronizaba con sus piernas y el brazo con éstas, haciendo sus pases más precisos, y aún más largos.
Palmer lo considera el mejor atleta que juega la posición. Su dedicación, capacidad física y sacrificio le posibilitan mejorar y desarrollarse rápidamente, cosa que, por otro lado, no es nada fácil.

El ambiente de Buffalo, que muchos jugadores consideran un infierno blanco y frío, son perfectos para Allen. Sus años en Wyoming le hicieron crecer en un entorno similar, se mimetizó con la gente, que lo considera uno más. Aparte de esto, el poder comenzar su carrera con los planes de Beane, McDermott y Daboll fue lo mejor que le pudo pasar.
Por un lado, le fueron construyendo un equipo a su alrededor, a su medida. Le protegieron, construyeron un playbook siempre mirando por potenciar sus habilidades, le trajeron buenos receptores, siendo la llegada en 2020 de Diggs crucial, que, junto a su mejoría en la mecánica de lanzamiento, su mejor precisión, impulsaron enormenmente el rendimiento del jugador y, por tanto, del equipo.
Por otro lado, los primeros cuatro años contó con Brian Daboll como OC, que fue su verdadero maestro, en todos los sentidos. Tuvieron química desde el comienzo, se entendieron, confiaban el uno en el otro. Brian le ayudó a cambiar absolutamente su mentalidad. Allen, hasta la fecha, consciente de su fortaleza, siempre se veía capar de realizar el lanzamiento imposible, el más largo, el más complejo, el definitivo…siempre pensando cómo conseguir un TD… ¿qué tal si cambiamos esa idea por la de conseguir un primer down? escuchaba en su cabeza la voz de Daboll. El foco no debería de ser el realizar una heroicidad, sino hacer lo posible para ganar, sobrevivir para un nuevo juego de downs.
Fíjense lo fuerte que era su vínculo que, tras el fallecimiento de su abuela, que fue un impacto emocional enorme para nuestro QB, justo antes de disputar uno de sus mejores partidos del año contra Seahawks (previamente dudó, estuvo a punto de no saltar al emparrillado), Allen llegó a trompicones al vestuario pensando sólo en encontrar y abalanzarse sobre Daboll, y allí, abrazados, unidos, lloraron y se consolaron. Recuerdad Jerry Maguire, no?.

Ciudad Nube
Tras más aventuras, traiciones, sinsabores, nuestro protagonista tiene el primer enfrentamiento contra su mayor enemigo, Darth Vader, en la Ciudad Nube, del que sale vivo de milagro.
Como decía, aquel 2020 fue el año del cambio. Todas las estadísticas y números se elevaron radicalmente. Se dispararon las victorias, yardas aéreas, las yardas por pase, por partido, el % de completos (este incremento casi sin precedentes), así como la percepción de la gente. El Josh Allen que todos conocemos hoy nacía entonces. Ese año los Bills acabaron 13-3 y llegaron a la final de conferencia por primera vez desde 1993, desde los años de Jim Kelly. Allí se encontró por primera vez con su Némesis, con los Kansas City Chiefs de Mahomes, a los que aún no ha ganado en playoffs.
Siguió trabajando con Palmer y con Daboll, Palmer comenta que aquel año del Covid, pudo trabajar como nunca, tenía todo el tiempo para analizar a sus QBs y mejorar su método. Por otro lado, Daboll se convirtió casi en un miembro más de su familia.
Las temporadas fueron pasando, los Bills seguían fuertes, Allen ya era una estrella de la liga, pero cada año ocurría exactamente lo mismo, los Chiefs eran la piedra en el camino. La ronda divisional de 2021 difícilmente pudo haber sido más grande, un partido absolutamente que quedará para los anales, y refleja, mejor que ningún otro, el nivel de la rivalidad con Mahomes.
Daboll tras su excelente trabajo con Josh (muchos se sorprendieron, no se lo esperaban) se fue a NYC, y Ken Dorsey ascendió de QB coach. Una transición tranquila, le sustituyó continuando su trabajo donde éste lo dejó, y manteniendo también una muy buena relación con Allen. No se puede negar que en su vida como profesional ha tenido suerte con sus maestros.
Josh fue mejorando año a año. Los blitzes, que le causaban estragos en sus primeros años, pasaron a ser oportunidades para atacar a la defensa, se hizo un experto contra ellos. Posteriormente aprendió a vencer las defensas zonales, tan en boga últimamente, hasta interiorizar la manera de encontrar sus puntos débiles.
Un año más tarde también Burrow y los Bengals pudieron con ellos. El año pasado los Chiefs de nuevo, el día de la marmota. Los de Buffalo decidieron cambiar el rumbo, lo contaba en este artículo.

Endor
Finalmente, la República se enfrentará al Imperio en el sistema Endor, destrozando la Estrella de la Muerte, la destructora de planetas, mientras Luke finalmente redime a su padre, Anakin, el oscuro Darth Vader.
La temporada pasada, tras una mala racha de resultados, el equipo despidió a Dorsey (Allen sintió que aquello era, en parte, su culpa) ascendiendo a Joe Brady como OC, anteriormente QB coach. Como ven, los Bills aportan en todo momento una continuidad y tranquilidad que muchos otros QB nunca han tenido. Con Brady el equipo volvió a encontrar el camino de la regularidad.
Por otro lado, se desprendieron de insignes veteranos en todas las líneas, incluyendo los WR Diggs y Davis. La relación con ambos era opuesta, los últimos tiempos con el primero habían sido complejos, mientras que con el segundo mantenía una muy estrecha.
Yo dudaba de que este año Buffalo fuera favorito, no era un mal equipo, ni muchísimo menos, pero parecía estar preparándose realmente para el año que viene, parecía un pequeño paso atrás para coger impulso. Nada más lejos de la realidad.
Este año Josh Allen está jugando su mejor football. Seguro que ayuda la nueva ofensiva de Brady, no tan centrada en el juego aéreo, quitando parte de la presión que tenía Allen, y haciendo que las defensas se tengan que preocupar de un ataque no tan monotemático, no tan predecible.
Pero este no el principal motivo. Con una ofensiva sin sus referencias veteranas, Allen ha encontrado la estabilidad que ansiaba encontrar. Antes se veía obligado a involucrar a Diggs por sus contantes enfados, y además veía la necesidad de dar balones también a Davis. Una vez que se fueron del equipo, Josh sólo tuvo que pensar en realizar la mejor lectura, y lanzar el football al sitio que considere, totalmente liberado, como el adecuado.

Con la madurez comenzó a entender en toda su extensión el juego de pase, el control del juego, el tempo, el ritmo, las lecturas de la defensa. Todo eso se ha visto traducido, junto con una mayor libertad y menor presión, en la principal diferencia del QB y del equipo en relación con otras temporadas: la protección del football. El número de intercepciones, por primera vez en su carrera, ha caído vertiginosamente, fenómeno, que, por su propia manera de jugar, eran frecuentes any given sunday. Y todo, sin que se resienta su porcentaje de jugadas explosivas, de big plays. Por supuesto el esquema de Brady y la protección de la OL ayudan mucho, y es de justicia dejarlo mencionado.
Finalmente, tanto Sean McDermott como sus compañeros reconocen que este año, la capacidad de liderazgo dentro y fuera del terreno se ha hecho mucho más evidente en Allen, pero a su manera, de una forma no muy llamativa, pero indudable.
La mecánica, la autoconfianza, la eficiencia, el conocimiento, la madurez, la libertad, el autocontrol y el liderazgo han traído a Josh Allen a las puertas del reto final. Contra los Lions pudo verse en cada momento: la amenaza de su sola presencia, la fuerza, la precisión, los lanzamientos imposibles, la extensión de las jugadas…el arma definitiva.
Para el que escribe es el unánime MVP de este año, su último mes ha sido histórico. Lo que comenzó con aquella carrera salvaje, imparable, implacable, irrefrenable en aquel 4ª y 2 contra KC a falta de dos minutos, se mantuvo en las nubes con la exhibición en LA y Detroit, con más de 850 yardas totales, 5 TDs de pase y 5 de carrera sumando ambos partidos.
Pero delante de nosotros se encuentra su verdadero reto, su destino, el final del viaje, enfrentarse de nuevo contra los Chiefs de Mahomes en postseason y conseguir eliminarlos. El héroe, tras veinte años de odisea no vuelve a casa, aquí cambiamos la historia del ciego Homero, no es Ítaca el destino de Allen, nuestro Ulises del oeste del estado de NY, es volver a las llanuras de Troya, encarnar a Hector (por muy raro que suene) enfrentarse de nuevo al divino Aquiles (incluso el tobillo, curiosamente, es el talón homónimo para Mahomes), y cambiar la Historia de una vez por todas.








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