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Walk of Life (Parte I)

Actualizado: 2 oct 2024

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Open Range

En el viaje de la vida cada uno puede elegir en qué vagón quiere hacerlo. Hay muchas maneras de enfrentarse a los distintos retos que se nos presentan en cada momento del trayecto, pero hay que tener claro que llegarán. Tener ejemplos inspiradores siempre ha sido un camino rápido para detectar problemas, comparar medios y fines y cambiarse de vagón rápidamente. Hoy me gustaría compartir una de esas historias que merecen ser contadas.


Hay que echarle un poco de imaginación: situémonos por un momento en mitad de la nada, cerca de un pueblecito alejado de la mano de Dios llamado Morgan, en el condado de Bosque, Central Texas. La población apenas supera los 400 habitantes, hay sólo un semáforo, un solo cruce, las clases tiene de 6 a 10 alumnos…la gente aquí es trabajadora, esforzada, se ayudan unos a otros, no queda otra…visten sombrero y botas vaqueras, ten cuidado con lo que digas y cómo actúes, son gente de bien pero no dejarían que te rieras de ellos a la cara, estarías loco si lo hicieras. Dista 80 millas (unos 130 kms) de Dallas, pero en esencia y espíritu está muy muy lejos, tanto como aquella galaxia lejana.


Pues bien, nos alejamos un poco más, salimos del pueblo y nos aventuramos por las praderas. Después de dar unas cuantas vueltas por el campo, medio perdidos llegamos a un rancho familiar de casi dos mil acres, unas 800 hectáreas, unos 1600 campos de football, rodeado de colinas calizas de tonos ocres. El sol aún no ha salido, los gallos aún no han cantado, pero el despertador ya ha sonado. En la radio, pongamos, por ejemplo, que suena Walk of Life, de los Dire Straits. Uno de los dos hijos adolescentes de la familia prefiere algo más fuerte, le encanta Metallica, pero se siente identificado con la letra y el espíritu de la canción del grupo británico: talento, dedicación, devoción, ver el lado positivo, centrarse en un objetivo y olvidarse de lo superfluo, de lo que no se puede controlar, que nos quita tiempo y energía.


En fin, este chico, por cierto, grande como una casa, rápidamente se olvida de la canción y, al igual que el resto de la familia, se pone a trabajar junto a sus padres y hermano. Lo lleva haciendo realmente desde que comenzó a caminar. Como anécdota podríamos decir que su padre, siendo él aún pequeño, después de meter la primera, le dejaba manejar el volante de la camioneta, mientras daba de comer a los animales en la parte trasera. Cuidan del ganado: lo alimentan, vacunan, castran, marcan…lo que haga falta. Y claro, luego corriendo al instituto. Nuestro protagonista ama el football, de la misma manera que ama la competitividad, como veremos…pero como decía, quiere con todas sus fuerzas jugar…en el high school más cercano al pueblo sólo juegan six-man football, no dan para más, así que se tiene que ir 30 millas más lejos, a Glen Rose, para poder jugar la versión ortodoxa, la que todos conocemos y amamos. Este chico llegará a tener una respetable carrera universitaria y profesional como tight end y, posteriormente, brillará como head coach, haciendo que una de las franquicias más tristes de la liga alce el vuelo hasta…bueno, no sabemos muy bien hasta donde, pero sólo le quedan dos peldaños para llegar a la cima. Esperemos que no le pase como a Ícaro, aunque sinceramente, el viaje hasta aquí ya ha valido la pena, y sabemos por Homero y por Kavafis, que el camino es más importante que llegar a nuestra particular Ítaca… una de las más bellas metáforas sobre la propia vida. Este chico, lógicamente, es el actual head coach de los ya no tan sorprendentes Detroit Lions: Dan Campbell.

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El rey del Serengeti

Es refrescante comprobar lo real, lo auténtico, lo genuino que es Campbell, quiero decir, conocer su camino vital hasta el día de hoy explica perfectamente su manera de ser y entrenar. Mucho de los valores que llevó consigo a la Motor City salieron del rancho familiar, es indudable. Su madre Betty, profesora y ama de casa, le enseñó a ser paciente y a tener pasión por la vida. Su padre Larry, ex marine, le inculcó una ética de trabajo duro consistente en la humildad y honradez que acaba dando frutos, si se es constante y paciente claro. Aparte de eso, Dan heredó de su padre el amor por el football, aunque claro, estamos en Texas, ¿a alguien le puede sorprender esto? Se podría decir que es la segunda, si no la primera religión del estado de la estrella solitaria. Larry siempre llevaba un balón en la parte trasera de la camioneta para poder practicar un poco con sus hijos tras las largas jornadas de duro trabajo. Un trabajo, que, lógicamente, había que hacer bien, porque si no, no merece la pena ni comenzar…así se aprende a valorar todo lo que se tiene, cuesta mucho conseguirlo. Como él mismo dice ahora, si pido hacer algo, enorgullécete de ello y hazlo. Es tres palabras: glorifica tu trabajo. La vida allí es dura, tampoco tenían mucho, y lo que tenían, lo habían ganado con sus propias manos ajadas y con el sudor de su frente. Los lujos escaseaban, una salida a cenar pizza era un evento casi a recordar. La constancia era esencial, pero también se necesitaba una válvula de escape: el aire libre, el deporte, la competición… lo eran todo para el joven Campbell.


Aparte de esto, y como si se tratara de una camada de leones, Campbell era el penúltimo de una manada de más de 20 primos. Además, era el hermano pequeño, y también el más joven del círculo más íntimo de estos primos, donde también destacaron tanto un futuro saltador de altura en Baylor como un jugador y entrenador de arena football. Como en la sabana africana, Dan aprendió de pequeño que, si no peleaba, si no se revolvía ante las adversidades enfrentándose a tipos más duros y fuertes que él, no conseguirá nada. Ahí nació un espíritu ultra competitivo que todos los compañeros y entrenadores que se fue encontrando en la vida destacarán una y otra vez. Eso hizo que una de las cosas que más odiara en la vida fuera perder, aunque fuera al ping-pong, aunque sólo fuera una pachanga de verano con los amigos.


Volviendo con los primos, y al estilo de la Copa Geller de Monica y Ross en Friends, en Thanksgiving los primos jugaban la Turkey Bowl. Se pueden imaginar como llegaba el joven cachorro de león a casa después: lo que empezaba entre risas, sin mucho contacto, pronto, a base de placajes más duros y rencillas pasadas renovadas, llevaba a narices sangrantes y heridas de todo tipo. Al comienzo el joven Dan no hacía más que perder y salir con el rabo entre las patas, pero no cejó en su intento de batir a sus primos mayores hasta conseguir ser el macho alfa. En esos campos texanos se forjó ese espíritu de sacrificio, rebelde, competitivo, intenso, agresivo, que todos vemos en la camada de leones, éstos más grandes que aquellos en Texas, que reinan en Allen Park hoy en día.

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Sólo el penitente pasará

Dan Campbell tenía un don, y era muy visible. Era un adolescente grande como una montaña. Casi dos metros y más de 100 kg de paisano. Sacaba una cabeza a todo el mundo. Era muy fuerte y rápido, es fácil de entender que su trabajo en el rancho y sus juegos leoninos con sus primos y amigos le hicieran destacar tanto a primera vista de lejos, como en las distancias cortas mientras te aplastaba. Y algo que hay que añadir, nunca tuvo un pelo de tonto.


Aunque se enorgullece de su tierra y su gente él se quería ir, sabía que no era su sitio y tenía que sacar ventaja de esa condición física. Como dije, para poder jugar al football todos los días iba al instituto de Glen Rose, a 30 millas de su rancho, donde también jugaba al baloncesto, hacía atletismo…lo que fuera. Por supuesto, destacaba en todo. En el emparrilado jugaba tanto de running back como de tight end, e incluso safety: ojo, por su lado nada ni nadie pasaba. Aquel chaval aplicaba lo que aprendió en casa, allá en el rancho. Y aparte de eso, la tenacidad y la terquedad le ayudaban a mejorar.


Baste un ejemplo: practicaba salto de altura como su primo, lo que ocurría es que su técnica dejaba, por decirlo suavemente, mucho que desear. Por supuesto, eso no podía ser, llamo a su primo, que ya estaba en Baylor, y entrenaron los pasos y el salto. Campbell como buen futuro atleta de élite no necesitaba mucho, dos horas más tarde ya estaba preparado. A la semana siguiente pasó de saltar 1,62 a 1,95m aproximadamente, es decir, mejoró de un plumazo un pie de altura. Nunca olvidará esto, la lección se le quedará grabada a fuego…la técnica puede cambiar el tipo de deportista que eres si te centras, te esfuerzas y tienes un buen mentor. Como dijo Vince Lombardi, la perfección no es alcanzable, pero si la perseguimos, podemos conseguir la excelencia. Esa persecución se convertirá en un mantra para Campbell, en un objetivo vital, inaplazable, inexorable. El Moby Dick del capitán Ahab, esa obsesión que hace que resqueme, que duela, que se te encienda el fuego interior, esa búsqueda eterna hacia lo imposible, donde, con mucha suerte, obtendrás lo máximo posible, nunca la perfección, que es inabarcable, utópica, como lo es cazar a la famosa ballena, al terrorífico Leviatán. Pero llegar a esa cumbre, la excelencia, es posible…si no te sales de las vías del tren, de ese tren que va a toda velocidad, descontrolado incluso, como el de los Hermanos Marx en el Oeste, que cuidado, también podría llevarte a la locura, como bien nos contaba Herman Melville. Es en esa búsqueda sin final donde confluyen la pasión, el trabajo duro, la competitividad, el sacrificio, la humildad…sin olvidar la templanza y la sabiduría.

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En aquellos años ya se empezaba a vislumbrar lo que después todos hemos visto. Sus compañeros del equipo de high school comentan que exudaba liderazgo de manera innata por todos sus poros. Las ahora famosas charlas motivacionales ya le salían solas. Intentaba mantener la moral alta de todos continuamente, no dejando en ningún caso que nadie bajara los brazos. Su ferocidad era tan grande los viernes noche, como el resto de la semana. En definitiva, era un competidor nato. Daba ejemplo matándose a trabajar en los entrenos y en la sala de ejercicios, procurando que ningún ternero se le descarriara, a voces si era necesario, y con la elocuencia marca de la casa que todos conocemos. Cuando oyen sus ruedas de prensa y sus discursos hoy en día, sus paisanos ven las palabras del joven Campbell, es el mismo de siempre. Si hubo un sitio donde la primera rueda de prensa no llamó la atención, aquella de patadas en los dientes y arrancar rótulas a mordiscos, que causó sorpresa (o estupor, mejor dicho) y que hizo que mucha gente le etiquetara de cabeza hueca, de cavernícola… fue en su pueblo; era su viejo estilo, su firma. Y, por cierto, allí, el que realmente le conoce lo llama Boone, apodo que le viene de su hermano. Cuando eran pequeños, tras ver una serie sobre el pionero y explorador americano Daniel Boone, fuente de inspiración para James Fenimore Cooper en su inolvidable novela El Último Mohicano, que, entre otras cosas, abrió la conocido Wilderness Road, una de las dos rutas de acceso a Kentucky desde las antiguas colonias del Este, un auténtico trailblazer.


Así pasaron los años de instituto. Al final, acabó llamando la atención de ojeadores de medio país. En el último, los distintos recruiters y scouters empezaron a llegar a Glen Rose. Eran la comidilla del pueblo. Y sucedieron anécdotas graciosas. La primera fue con el head coach de Miami. Éste llego al instituto, señalo a Dan Campbell, y cuando llegó a donde estaba se le escapó una sonora carcajada: “Hijo, como en las cintas siempre llevas mangas negras no pensaba que fueras blanco”.  El hc vio liderazgo en ese joven león, pero Miami quedaba muy lejos. Finalmente, la cosa quedó entre dos de las universidades más señeras del estado: los Texas Longhorns y los Aggies de Texas AM.


Déjenme comparar lo sucedido a continuación con las famosas pruebas de Indy para llegar al Grial en el majestuoso Tesoro de Petra de los nabateos, en La Última Cruzada. Se acuerdan, no?: sólo el penitente pasará, sólo el que siga los pasos de Dios alcanzará su destino, aquel que salte de la cabeza del león probará su valía, y claro, el caballero con los cientos de cálices. En fin, imagínense esos reclutadores, urbanitas, siguiendo a Dan Campbell hasta Morgan, y luego por caminos de tierra hasta el rancho: aquella gente de ciudad pensaría seguro en La Matanza de Texas por lo menos…menos mal que era de día. En fin, tras millas de arena y polvo llegaron al rancho. Y como si lo hubieran hecho adrede, las dos veces les dieron la bienvenida, además de la familia, las cabras que cuidaban: negras, spanish goats para más señas, por lo visto bastante características. Pues bien, el reclutador de los Longhorns no se le ocurrió otra cosa que confundirlas con ciervos… sí, han oído bien, ¡¡¡ciervos!!!…bastante cómico, pero muy mala señal para cowboys como ellos…sin embargo, cuando fue el HC de Texas AM, RC Slocum, no cometió el mismo error. Los codazos y los guiños eran la prueba definitiva: ha elegido sabiamente, esa es la copa de un carpintero. Dan Campbell iría a Texas AM, era un hecho. Slocum diría que se enamoró de Campbell a primera vista: su competitividad, su pasión, su emotividad, un atleta grande fuerte y duro. Con el tiempo también supo que hace lo que nadie más quería hacer, el trabajo más sucio. Todo junto es lo que le hace diferente, ser grande.

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La leyenda de la vieja Betsy

En college Dan Campbell fue ya el tight end bloqueador, bregador, al que siempre le encomiendan el trabajo oscuro que conoció la NFL años después. Hay una constante que se verá en toda su carrera: sus estadísticas no sobresaldrán, no era tampoco su misión, pero sus compañeros no pararán de hablar de su liderazgo y compromiso. Había dos tight ends titulares, su compañero, más receptor, que llamaba más la atención y él…adivinen quién llego a profesional. Si había que hacer 10 sprints, el hacía 12 y, esperaba de los demás exactamente lo mismito...y te lo hacía saber, ya saben, de la manera delicada tan típica del personaje en cuestión. Un cowboy siempre será un cowboy.


Esto lo vio con sus propios ojos su compañero en college y amigo Steve McKinney, guard que también llegaría a profesional. Durante unas vacaciones en el rancho de los Campbell, mientras la familia trabajaba con el ganado vio como un ternero se escapaba. Fue el propio Dan el que salió escopetado a por él, entró en acción en centésimas, abordó al ternero, de unos 125 kgs, saltó sobre él y lo derribó en un santiamén, dejando a su amigo boquiabierto, ojiplático. Este tipo es un hombre de acción, no tiene miedo de meterse en el barro y ensuciarse. Y no como los típicos cowboys de las películas con el sombrero y las ropas caras y limpias, él en camiseta y vaqueros embarrados y botas viejas.


Aparte de esto, su personalidad siempre sobresalía. Un ejemplo gracioso que es ilustrativo puede ser su inseparable compañera Betsy…no, no era una novia, era una destartalada Chevy blanca, fea, oxidada, posiblemente heredada de su padre, que siempre iba donde iba Dan. Él estaba orgulloso de ella, la amaba; si veías a Betsy, sabías que Campbell estaba cerca. En ella viajaban todos los jueves a la reunión semanal a un restaurante local, donde la camaradería, tan necesaria en todo equipo, se fortalecía. En un par de ocasiones también le dejó tirado, pero siempre renacía de sus cenizas cual Ave Fénix. Hay que decir que siendo jugador profesional en los Giants todavía la tenía y sus compañeros, los de Texas, y los de NY, la recuerdan con cariño.


Una anécdota graciosa ocurrida con la vieja Betsy fue el paseo al que encomendaron a Campbell y a un compañero para enseñar la universidad y los alrededores a un potencial jugador. No se le ocurrió al pimpollo soltar que, a pesar de todo, tenía la idea de ir a jugar con los Longhorns…Dan paró la camioneta, le dijo: pues majo, aquí acaba el viaje, qué te vaya bonito…y ahí lo dejó tirado en mitad del campo. Su compañero pensó que era una broma y que daría la vuelta…¡¡qué equivocado estaba!!, se fueron a una fiesta que había con otros jugadores y no miró atrás. Conociendo a Dan Campbell un poco, que no suele dar puntada sin hilo, y aunque esto es cosecha mía, me imagino que aprovechó el momento para solidificar el espíritu de equipo…aunque la bronca de su head coach, ya saben, el de las cabras españolas, el día posterior, fue de las legendarias.


Hay que destacar que aquel equipo de Texas AM llegó a la Cotton Bowl en su año sophomore. Después, en su año senior, formaron uno de los mejores equipos del país consiguiendo un record de 11-3 y ganando la Big XII contra los favoritos entonces, los Nebraska Cornhuskers, ranqueados segundos. Campbell no alcanzó ni siquiera a hablar durante las entrevistas por las lágrimas de emoción justo al acabar el partido, un clásico para la universidad. Finalmente llegaron a la Sugar Bowl, donde perdieron contra Ohio State, pero esa temporada aún es recordada, entre otras cosas, porque es el último título de conferencia de los Aggies.

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Ítaca

Dan Campbell fue seleccionado por los Giants con el pick 79 en tercera ronda, comenzando su carrera en la NFL, que le llevará de un puesto de tight end bloqueador, haciendo el trabajo oscuro, discreto, pero esencial, a head coach de uno de los candidatos al anillo. Todo esto lo contaré en el siguiente artículo, creo que ya os he aburrido suficiente por hoy jajaja.


Por el momento, me gustaría acabar éste imaginándome ese posible viaje de nuestro protagonista desde Morgan, Texas, hasta la Gran Manzana, en su querida Betsy… en la radio pongamos que empieza a sonar Walk of Life (de Metallica ya hablaremos) y nuestro querido Boone se acordaría de aquellas madrugadas en su rancho: dedicación, devoción, ya saben…Recordaría las palabras de Martin Luther King: si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar, gatea. Sin importar lo que hagas sigue avanzado hacia adelante…y una sonrisa inmensa se le dibujaría mientras la vieja camioneta enfila el Este con el Sol crepuscular a su espalda, haciendo brillar ese trasunto blanco del oscuro Pequod a la caza de lo imposible, de lo inefable, con el capitán Ahab al timón… pero ojo, recuerda, no te pierdas en tu locura: “ten siempre a Ítaca en mente, llegar allí es tu destino, más no apresures nunca el viaje, mejor que dure muchos años, y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino, sin esperar a que Itaca te haga rico”.

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P.S. Palabra de GOAT

Como decía, la semana que viene ahondaré en los discursos y hechos de Campbell ya como head coach, pero no puedo pasar la oportunidad de comentar el reflejo simétrico, especular del espíritu de Campbell en las palabras elocuentes del GOAT, Tom Brady, en su discurso, muy a lo JFK, en la ceremonia de ingreso en el Hall of Fame de los Patriots esta semana, que no paran de resonar en mi cabeza. Si no lo han visto o escuchado, vayan raudos a hacerlo. Pongo unos pequeños extractos, un poco libres, de sus palabras, para finalizar el artículo:


“La base del éxito de un equipo, una familia o una empresa es preguntarse uno a si mismo qué puedo hacer para apoyar la causa…Todos debemos estar comprometidos con el objetivo final de manera desinteresada.


Yo animaría a todo el mundo a jugar al football por la sencilla razón de que es duro. Cuando eres joven, es duro levantarse a las 6 de la mañana en la offseason para entrenar y hacer ejercicio, sabiendo que todos tus amigos están durmiendo hasta tarde y comiendo tortitas.


Es difícil lanzar, atrapar, bloquear, placar y golpear a chicos que son mucho más grandes y están mucho más desarrollados que tú. Sólo para volver a casa esa noche magullado, maltratado y tenso, pero sabiendo que tienes que aparecer de nuevo al día siguiente sólo para tener la oportunidad de intentarlo ota vez.


Pero entended esto: la vida es dura... Mi consejo es que te prepares, porque las lecciones que el football nos enseña son que el éxito proviene de la superación de la adversidad y que los logros del equipo superan con creces los objetivos individuales de cualquiera.


Para tener éxito en cualquier cosa, la verdad es que no tienes que ser especial. Tienes que ser lo que la mayoría de la gente no es: constante, decidido y dispuesto a trabajar para conseguirlo. Nada de atajos…encarnar una ética de trabajo, integridad, propósito, determinación y disciplina necesarios para ser un campeón en la vida”.


Dan Campbell lloró de emoción, estoy seguro. Palabra de GOAT. Amén.

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