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Cinderella Man

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El sentido de todo esto

Toda mi vida me han fascinado las historias, sí, en general, de todo tipo, escucharlas, por supuesto, para poder contarlas después, obviamente. Esa imagen de una tribu de Homo Sapiens alrededor de un fuego, mientras los ancianos cuentan historias de la Luna y el Sol, las tormentas, la caza, las amenazas, los colmillos de los felinos, las garras de los osos, el origen de su mundo, de su clan, las primeras sagas…decía, esa foto romántica, distorsionada, alejada (o no) de la realidad, me reconforta con el Ser Humano. Es una de las curas mentales que procuro suministrarme cuando ese simio presuntuoso y crecido, pagado de sí mismo, vuelve a demostrar que aún le falta mucho camino por recorrer.


Que sepamos, somos los únicos que no paramos de contarnos cuentos para asustarnos, alegrarnos, reírnos a mandíbula batiente, o llorar como magdalenas, para darnos una explicación a lo que vemos, a lo que sentimos, etc. Estamos hechos para ser la especie más contradictoria del Universo. Tenemos dentro la luz, pero también la oscuridad. El viaje para vislumbrar cuál prevalece puede volver loco a cualquiera, ahí están el coronel Kurtz y el capitán Willard, Coppola incluso, para atestiguarlo. Recuerden el Quinto Elemento y las dificultades para juzgarnos. Hay mucha historia, por tanto, que narrar.


Esa necesidad insaciable de encontrar un relato, un sentido, si lo prefieren, ese té caliente vital reconfortante, en todo lo que me rodea, es lo que finalmente me llevó al football. Sí, lo que veía no me llenaba, al igual que ese banquete intacto de Louis y Lestat en aquella rica plantación de la vieja New Orleans. Casi sin querer, llegué trastabillado al ya familiar emparrillado lleno de tipos enormes con casco y coraza, donde se venían sucediendo narraciones legendarias, trágicas, cómicas, lo que quieran, en las tres horas largas de líneas argumentales que abarcan buena parte de las pasiones y emociones humanas. Menudo filón.


Y claro, en estas, como cada año, finalizó la regular season, comenzaron los playoffs y, en el último partido de la Wild Card, en el Vikings Rams, como suele suceder siempre, así, de repente, se fue desenrollando ante nuestros ojos un sinfín de historias entrelazadas, cuyo núcleo central, para el que escribe, fue, ni más ni menos, que una de las emociones humanas más animal, más primaria: el miedo…y cómo nos enfrentamos a él, cómo salimos victorioso o derrotados cuando lo tenemos delante.

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Pan, Deimos y Fobos

El miedo, como decía, es un sentimiento muy animal, y, por tanto, muy humano también. Desde el punto de vista más primario es esa luz de warning que nos hará saltar ante un peligro, prepararnos para enfrentarnos a él, o escapar, es un maravilloso mecanismo de supervivencia. Ahora bien, nuestra capacidad de abstracción, de pensamiento más complejo, diversificado, estratificado, nos puede jugar una mala pasada, nuestra capacidad para perdernos en las junglas oscuras de nuestra mente por los motivos potenciales más insospechados pueden, digámoslo así, rompernos. Desde siempre ha sido un problema que nos obsesiona.


Pan, el dios de los pastores y los rebaños de Arcadia, nada más nacer, causó el horror en los que le rodeaban. Su aspecto monstruoso, mitad humano, mitad animal, con cuernos, barba y patas caprinas, era una visión inconcebible, imposible, absurda, espantosa. Fue abandonado y recogido por su padre, el mismísimo Hermes, que lo llevó al Olimpo, donde causó un revuelo muy distinto al causado en la tierra. A sus olímpicas majestades aquel inesperado ser, aquel capricho del destino, les hizo mucha gracia a todos, y como saben, con la cantidad de peleas y rencores que se tenían, era increíble que se pusieran, absolutamente todos, de acuerdo. Vayan ustedes a saber si su nombre, Pan, todo en griego, fue puesto precisamente porque todos estaban conformes en algo, por la total e imposible unanimidad del panteísmo olímpico alcanzada gracias a la joven semideidad.


Pan no lo soportó y se escapó a los bosques, a lo más profundo, donde persiguió a las ninfas y a pastores, claro, por motivos distintos, la mayoría de los casos. Todos huían de él despavoridos. Fue asociado cada vez más a la Naturaleza, lo básico, a la fertilidad, por ejemplo, etc.  Acabó, con el tiempo, en el séquito de Dionisio. Los ruidos, los miedos en lo profundo del bosque le fueron atribuidos. Como dijo Sofocles, para quien tiene miedo, todo son ruidos.


Se cuenta que su presencia fue realmente lo que hizo huir a las tropas persas de Dario el Grande en Maratón y no la ferocidad de los hoplitas que formaban las falanges atenienses y plateas al mando de Milcíades. Lo que sufrieron ninfas, pastores, gentes perdidas en el bosque, medas, etc fueron ataques de pánico, el terror repentino causado por Pan. Eso que nos legó nuestro caprino amigo. Aparte de que su apariencia fue “robada” por el mismísimo Satanás, que seguro envidiaba su vida libertina, disoluta, tentadora...

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Fobos y Deimos eras hijos gemelos de Ares y Afrodita. Son la personificación del miedo y del terror. Tiene su sentido que del amor y del caos de la guerra surja el miedo, no estaban locos estos griegos.  También no es de extrañar que nuestro amado planeta azul se encuentre entre Venus y Marte. Ambos conducían el carro de Ares, destructor de ciudades, durante las batallas, atormentando a todo el que se encontraban por delante.


Fobos se aparecía a los soldados justo antes de la batalla, su visión aterradora causaba la huida descontrolada y caótica de los infelices, tras estar rumiando en las horas anteriores las múltiples heridas horribles que podrían recibir. Tito Livio diría que el miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son. Nuestras fobias, por supuesto, son hijas de estos ataques de pánico angustiosos e incontrolables.


Deimos se aparecía a estos incautos en el fragor de la batalla. Su presencia causaba en las filas de guerreros la inmediata paralización de todos los miembros del cuerpo, siendo presa fácil de sus enemigos. Vuelvo a decir, la agudeza de estos antiguos griegos no deja de sorprenderme. Calderón, que de batallas algo sabía, define el efecto de Deimos mucho mejor de lo que pudiera hacerlo yo: tanto miedo tengo, que aún para huir, valor no tengo.


Por supuesto, los dos gemelos estarán unidos eternamente a su padre Ares, recuerden, las dos lunas de Marte son, por supuesto, Deimos y Fobos, orbitando indefinidamente hasta el fin de los tiempos alrededor de su peligroso padre, recordándonos que el horror puede estar a la vuelta de la esquina.

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El Miedo

Puesto que ya está preparada la mesa, la cubertería, la vajilla y la cristalería, con las viandas y los caldos en su punto, habrá que empezar a atacar los manjares. Volvamos al MNF de la Wild Card, al chocante por muchos motivos Vikings Rams que para el que escribe, fue el momento culminante del fin de semana, donde las historias más jugosas y apasionantes me dejaron tan obnubilado como los jóvenes sapiens rodeando el fuego tribal en la oscuridad de la noche, en lo profundo de la cueva, donde el eco y las antorchas, con su juego de luces y sombras, convertirían la caverna en una especie de sala de cine, haciendo realidad las palabras del viejo maestro de la tribu.


Los Rams venían de una temporada llena de altibajos con un comienzo plagado de lesiones y derrotas. ¿Quién en su sano juicio, al acabar la week 5, con un record de 1-4, pensaba encontrarse a McVay y compañía en enero? A medida que fueron recobrando efectivos en ambos lados del football, sobre todo en ataque, la franquicia empezó a dar miedo.


La defensa del nietísimo Chris Shula cada vez fue haciéndose más sólida, cada jornada que pasaba mejoraba su jovencísimo pass rush, compuesto por los rookies de Florida State Braden Friske y Jared Verse, y los sophomores Kobie Turner y Byron Young. Increíblemente no han echado de menos a Aaron Donald, y eso son palabras mayores.


Y en ataque no vamos a descubrir nada: Stafford, Nacua, Kupp, Higbee y Williams son nombres por todos conocidos. Era cuestión de poder reunirlos a todos, detrás de una OL sana, que comenzó la temporada literalmente en la enfermería, para que hicieran click. A McVay no se le ha olvidado cómo desarrollar una ofensiva. Es un equipo que, sano, nadie quiere ver delante. Los propios Vikes, y los Bills, por ejemplo, probaron el potencial del equipo en regular season.


Pero comenzó la tragedia de los incendios en LA. Zonas enteras devastadas, pérdidas humanas, innumerables pérdidas materiales, miles de personas trasladadas, incluso miembros de los Rams entre los afectados…Con el devenir de los días vino el cambio de sede, el viaje al desierto y la generosidad de los Cardinals con sus rivales divisionales. Viendo el partido de los Chargers en Houston uno podría pensar que, desde el primer al último integrante de las dos franquicias angelinas, por causas obvias, nadie estaría centrado en su partido. Cualquiera estaría sobrepasado, es humano. El miedo ya era protagonista mucho antes del kickoff.

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Vamos con los Vikes, aunque rápido que ya hablé de ellos en otro artículo ¿Qué levante la mano quién en la week 1 hubiera dicho que este equipo llegaría donde ha llegado? Yo ya les digo que ni por asomo. Las desgracias durante la preseason dejaron al equipo tocado, ahí están las declaraciones, los análisis de principios de temporada. El equipo sentía la necesidad de tener que crecerse ante la adversidad, ante el miedo de una temporada baldía. Los fichajes, el staff técnico, los jugadores, las estrellas…todos, rindieron muy por encima de lo esperado.  Todo descansado en cuatro esquinas: O’Connell, Flores, Jefferson y un increíble Darnold.


La regular season fue un cuento de hadas, 14 victorias, la segunda mejor marca de la franquicia, tras las 15 obtenidas en 1998, el primero de Randy Moss, el año que perdieron la final de Conferencia contra los Falcons. Cualquier otra temporada hubieran ganado la división de calle y, seguramente, el seed 1.


Quedará ya para la historia el recibimiento de la plantilla a su QB al finalizar el partido contra Green Bay en la week 17 cuando consiguieron plaza para playoffs, con un Darnold estelar en uno de sus mejores partidos de su carrera. A hombros, tirándole encima toda botella con líquido a mano, bailando, cantando, estaban en la cúspide, los reyes del mundo. En ese momento, no nos hubiéramos equivocado llamando a esos Vikings (y por supuesto a Darnold) la Cenicienta del año.


Llegó 2025, la week 18, y apareció Aaron Glenn con la forma del meteorito que acabó con los dinosaurios, y el reloj marcó las 12. El hechizo se acabó, la carroza se convirtió en calabaza…o el pacto con el diablo (ya saben, el que le copió las pintas de Pan) con Fausto sólo tenía vigencia en 2024, engañando, consiguiendo almas por relativamente poco. Todo el equipo tembló, se sacudió, de miedo; Darnold el primero, ya había pasado por esto. Nadie quería repetir semejante actuación en playoffs. Todos los mensajes durante la semana iban destinados a comunicar serenidad, pero ahí estaba Fobos con pico y pala.

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Cinderella Man

Situémonos en el 21 de octubre (buena fecha personal, por cierto, un beso para quien ya sabe) de 2019. Los Pats del último año de Brady, antes de sus problemas esa temporada, llegan impolutos, 7-0, al Met Life Stadium para enfrentarse a los Jets de un sophomore Darnold.


Ese día Belichick ejerció de Lucifer, que qué quieren que les diga, pero el papel le va como anillo al dedo. En innumerables ocasiones presentó 7 defensores en la línea, unas veces iban todos al rush, otras no, unas por el centro, otros por los extremos, cada snap era un enigma envenenado…le llegaron a nuestro QB de todos los colores. El proceloso partido acabó 33-0, con 6 turnovers de los de la Gran Manzana, 4 intercepciones y dos fumbles. Lo que es peor, las cámaras cazaron a un Darnold demudado afirmando que veía fantasmas. Pocas cosas puede dañar más la imagen de un QB que el estar completamente superado por los acontecimientos, aterrado, sin saber qué tiene que hacer.


Su carrera, como saben, fue cuesta abajo. NY, Carolina, backup de Purdy en SF. Ya en 2024 (recuerden el contrato de Fausto), en el final de temporada, con el equipo de la bahía clasificado para postseason, Darnold juega su único partido de titular contra precisamente los Rams. Tuvo un partido correcto, aseado, sin errores.

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Y situémonos de nuevo en la week 18 contra los duros leones de Michigan. Ese día Aaron Glenn, tomando como base el trabajo de Belichick, decidió atacar con todo a Sam, pero claro, había que tener en cuenta las diferencias con aquellos desastrosos Jets. Este año Darnold, en regular season, había sido el mejor QB contra el blitz, sí, como lo oyen:12 TDs sin intercepciones, 9,9 yardas por lanzamiento y más de 130 de rating. La idea de Glenn, ahora, en perspectiva, puede parecer hasta obvia, pero si nos ponemos en su pellejo en aquellos primeros días del año, no parecía la mejor solución.


Hay que tener en cuenta, por tanto, la manera de jugar de estos Vikes de O’Connell. Tanta gente al blitz significa, obviamente, que se los quitas a la cobertura. Con Jefferson puede parecer un suicidio. Hay que contar además con Addison, Nailor, Hockenson, que había vuelto, un Aaron Jones en su segunda juventud…la teoría de la manta corta, ¿cómo cubro todo eso? La OL de Minnesota, a pesar de la lesión de Darrishaw, precisamente en la week 8 contra Rams, aguantaba más o menos. Es verdad que Darnold es uno de los QBs que más ha retenido el football este año, ppero orque precisamente, sus excelentes receptores encontraban separación antes o después. Sam confiaba en esto a pies juntillas, y el equipo también.


Glenn adaptó el plan de Belichick, lanzó blitzes por toda la línea, unas veces cayendo, otras veces yendo, stunts para confundir a la OL…pero Jefferson, e incluso Addison, aparte de su cobertura al hombre, tenía un safety a su cargo también. La movilidad de Darnold no es famosa, así que no había que vigilar por ese lado. Los Lions es la defensa que más juega al hombre este año, así que es simplemente dar una vuelta de tuerca más. Y, además, Anzalone estaba de vuelta.


Darnold empezó a ver fantasmas de nuevo, a pesar de que los Vikes movían cadenas y llegaban a red zone…pero allí murieron. Sam no veía a sus receptores abiertos, su cabeza iba de lado a lado, parecía que Pan, o Deimos y Fobos hacían de las suyas, es como si estuviera viendo otra realidad. No fue el único culpable, en nada ayudó la OL, tampoco sus receptores tuvieron su día, y O’Connell demasiado cabezón y agresivo en red zone, en 4os downs, pensaba que ese día podía ganarle a Campbell siendo más papista que el Papa.


La derrota fue, al final, total. 9-31. Pérdida de la división, de seed 1 a 5, y a jugar fuera de casa. Pero eran el equipo de wild card con más victorias de la historia, al igual que Sam el QB que más tenía en el primer año en un equipo. Es más, viendo lo visto se podía decir, que aún con esa distancia en el marcador, éste podía ser engañoso De 10 partidos jugados así, muchos caerían del lado púrpura. Pero durante toda la semana hubo mucho ruido alrededor del equipo y, sobre todo, de Darnold, muchísimo. La semana tuvo que ser muy dura. Fobos, como decía, tuvo trabajo extra en las Twin Cities.

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Cinderella Team

Y finalmente llegó el partido de Wild Card. Con los fuegos en el Sur de California de fondo, la gente se preguntaba si Shula iba a repetir la blueprint de Glenn. Su defensa es zonal, generalmente con 4 al rush, en fin, no parecía que se adaptara demasiado a la solución. Pero la duda no tardó mucho en resolverse.


Con cuatro, o con cinco, con stunts y cambios constantes de posición, por el centro, y por los extremos, y ojo, también incorporando a la secundaria en blitzes retardados, amagando por aquí y saliendo por allá, empezamos a ver el mismo partido que hace una semana.


Manteniendo la esencia de su defensa zonal, también procuró doblar la cobertura de Jefferson, Darnold no distinguía quién atacaba y quién cubría, y cómo Sísifo con su roca, o Prometeo y su hígado con el águila, Sam volvió a sufrir el tormento del tártaro de nuevo. El pánico se apoderó de él, el terror no le dejaba pensar, no veía a sus compañeros abiertos, retenía el balón eones…Deimos le estaba aguijonando la cabeza y nublaba su entendimiento… y definitivamente todo colapsó, implosionó…la caída del Imperio Romano, Anibal ad portas, la hierba que no crece tras el paso del caballo de Atila, Dario III en Gaugamela viendo al Gran Alejandro con la forma de Fobos…todo había acabado.

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Troy Aikman no daba crédito en la retransmisión, como la mayoría de nosotros. Se preguntaba por el motivo de retener tanto tiempo el football, de no deshacerse de él, buscando esa big play profunda, o no sabiendo muy bien qué hacer. Más se pierde por indecisión que por una mala decisión, decía Cicerón. Durante la temporada siempre había encontrado salida, pero los playoffs son otra cosa. Recordaba a Jimmy Johnson decir que, en esta época del año, lo mejor no es tener un QB que consiga un número mayor de aciertos, es tener uno que cometa el número mínimo de errores. Vive un nuevo día, un nuevo snap, para seguir en la lucha.


Como en Detroit, desde las sidelines, no parecía llegar soluciones, ajustes…algo. Es seguro que habrían hablado de esta posibilidad todo el tiempo los últimos 7 días. No sabremos si todos estaban paralizados de miedo, si Darnold ya no escuchaba, ambas cosas…ya poco importaba…el último cuarto O’Connell pareció rendirse enviando jugadas de carreras, a esas alturas, un poco sin sentido, consumiéndose el reloj y la vida.


En el electrónico finalmente 9-27, 9 sacks, empatando el récord en playoffs, para una pérdida de 82 yardas, récord en postseason, un fumble recuperado para TD, una intercepción…Cuatro partidos perdieron los de las Twin Cities esta temporada, en dos rachas de dos, y en ambas, los de Michigan golpearon primero, y los californianos detrás, qué curioso. El maestro McVay, le ganaba a su pupilo O’Connell claramente. Juntos consiguieron un anillo, ahora, el primero, como decíamos, sigue vivo para luchar otro día.


Los Rams ya están en la divisional, Philly, vete preparando el mazo que esta gente es peligrosa. Han superado adversidades de todo tipo, mucho más críticas que las deportivas, han dado la vuelta a la tortilla y demostrado a mucha gente que siempre están ahí. El testigo de equipo revelación (con permiso de Washington), de equipo Cinderella, ha pasado de Minneapolis a una LA tristemente en llamas, que ha demostrado sobrada capacidad de superación. No olviden el mérito de este equipo, es una de las historias del año.

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Ícaro

Y me despido con los Vikes. La historia de su temporada 2024 ya está en los libros, y seguro que será recordada, porque también merece serlo. Pero los dos últimos partidos igualmente lo estarán, su temporada de extremos, sin términos medios, será difícil de olvidar.


Pero se da una paradoja, creo yo. En Nochevieja era indudable que los de Minnesota no podrían pagar a Darnold, reteniendo el talento que tienen, lo que otras franquicias estaban dispuestas a darle. Hoy, dos semanas más tarde, la caída ha sido tan brutal (Sam ha perdido muchos millones en dos semanas) que, para ambas partes, creo que es la opción ideal.


J.J. McCarthy, aunque muy deseado, sigue siendo una posibilidad, un sueño, y no sabemos a ciencia cierta cómo se sobrepondrá a su grave lesión. Y, seguramente, Darnold no encontrará un ecosistema más favorable en la NFL que el equipo de O’Connell. Tiene aún 27 años, por primera vez parecen desarrollarle, está aprendiendo, aunque es veterano. Creo que ahora mismo están condenados a entenderse…siempre que los Vikings extiendan el contrato de su HC, cosa que tiene que ser su absoluta prioridad hoy en día, porque las sirenas ya están cantando alrededor del barco.


Finalmente quiero acabar el artículo con la imagen de Sam. Es indudable que se acercó al Sol aquel 29 de diciembre contra los Packers, nunca había volado tan alto, pero como el hijo de Dédalo, el arquitecto del laberinto del Minotauro, pongamos que hablo de O’Connell, o bien no le advirtió, o como en la historia, no hizo caso respecto a acercarse demasiado al astro rey, con el riesgo de que la cera que mantenía unidas las plumas de sus alas se derritiera.


Sea como fuere, Darnold acabó exactamente igual que Ícaro, pasando de los más alto a lo más bajo en un abrir y cerrar de ojos. Un día te consideran aspirante (lejano) al MVP y dos semanas más tarde todo el mundo se pregunta quién eres realmente. ¿Recuerdan el final de Yesterday? De tocar en Wembley pretendiendo ser quien no eres, a profesor de primaria de música, eso sí, feliz y realizado. Mark Twain decía que la fama es vapor, un accidente, la única certeza terrenal es el olvido. No hay deporte más aleccionador, aparte de bello, que el football.

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