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La insoportable levedad del quarterback


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No hay posición en el deporte más importante, exigente, estresante y complicada que la de quarterback de una franquicia NFL. Puede que el puesto de pitcher se asemeje en tensión y exigencia en momentos puntuales de un partido concreto, pero un starting pitcher se acerca al montículo uno de cada cinco partidos, o sólo juega la última entrada si es el closer (incluso la tensión de unas cuantas bolas formando parte del bullpen puede ser dramática), pero un quarterback titular, más aún, un quarterback franquicia, es el centro de la galaxia de su equipo, la estrella que guía a todos sus compañeros en cada snap de la temporada. No vale con evitar errores que hagan perder partidos, tendrá que mantener una regularidad demencial y ser capaz de hacer lo imposible cuando las cosas se pongan realmente feas: cuarto cuarto, menos de dos minutos, por debajo en el marcador, apenas un timeout y balón en tus manos…nene, cruza el campo delante de 11 tipos que quieren matarte. Permítanme la licencia, por supuesto este deporte no va sólo de qbs, si hay un deporte colectivo es éste, pero la presión sobre todo es tuya hermoso, no te vas a poder esconder, estarás en todas las plegarias, en todos los juramentos en arameo y en todos los agradecimientos, según momento y circunstancia. Todas las esperanzas de tu equipo y de tu afición, en mayor o menor grado, estarán en tus manos, sea o no sea realmente así, sea o no justo, es así como funciona este negocio, así se ha desarrollado esta mastodóntica liga orientada al pase y, así, en consonancia, ha evolucionado la posición.


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El día que los Chicago Bears en el draft de 2021 eligieron en el puesto 11 a Justin Fields pensaban que tenían a su quaterback franquicia, que estaban eligiendo su billete a la eternidad, el camino ansiado al Lombardi Trophy. La grada así lo vio también, y la conexión entre ambos fue la más apasionada seguramente en la Windy City desde tiempos remotos. Chicago no es una franquicia acostumbrada a ver pasar fenómenos en esta posición; recuerdo en los últimos 20 años los Orton, Grossman (segundo y último qb de los Bears en Super Bowl el día que los Colts de Peyton Manning ganaron su anillo, el día que Prince, bajo el diluvio universal de Miami, dejó a todos con la boca abierta, haciendo que aquella noche fuera inolvidable), Barkley, Hoyer, Trubisky, Daniel e incluso Cutler…en fin, me imagino que los más viejos de lugar tendrán en su corazoncito a Sid Luckman, otros más mozos, pero peinando canas también, quizás recordando la única Super Bowl, aquel increíble equipo de Mike Dikta, el resurgimiento de los “Monsters of the Midway”, a Jim McMahon, con su inseparable y sempiterna cinta en la cabeza a lo Mark Knopfler dentro del emparrillado, y sus gafas de sol fuera del mismo,  y sin olvidar al flamante nuevo head coach de Chargers y campeón en college con Michigan, Jim Harbaugh. Chicago, ciertamente, está anclada en el pasado, una franquicia que parece condenada siempre a estar mirando videos VHS. No hay más que darse un paseo por Soldier Field para detectar síntomas de esta enfermedad: George Halas está presente en cada rincón, aparte de en sus primeros 8 títulos de la era pre Super Bowl, no dejarás de ver camisetas con el 34 del enorme Walter Payton, y los innumerables Diktas con su puro, gafas y chaleco, muchos de estos fans ni habían nació en el 85: me recuerdan a Wall-e bailando al son de “Hello, Dolly!” con la tapa de un cubo por sombrero Canotier, recuperando viejas antiguallas mientras limpia día a día la basura en un mundo completamente abandonado y destrozado, un mundo que no ha conocido, y que ya no existe salvo en sus circuitos y en sus reliquias inútiles.


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En fin, todos sabemos que el Draft es una auténtica lotería, y más aún en la posición de quarterback. Para que se de bien se tienen que cumplir tantos condicionantes que se podría decir que es como plantar un huerto de orquídeas en el desierto. Pues bien, con Justin Fields todo lo que podía salir mal, salió. Pero vamos por partes. Para poner en contexto, voy a recordar aquel draft de 2021, en lo que a quarterbacks de primera ronda se refiere: Trevor Lawrence, Zach Wilson y Trey Lance salieron los tres primeros, Justin Fields el 11, y el 15 Mac Jones. Cinco qbs con nombre y pedigrí. En fin, salvo Lawrence que ahí sigue el hombre penando cual Sísifo, e intentando encontrar su sitio (que yo sí creo que tiene potencial de qb elite) parece que lo que parecía oro, nunca dejó de ser plomo.


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La historia de Fields en Chicago, que como decía desde el primer momento conectó con la ciudad y la afición, ha sido muy dura. Lo primero de todo, voy a dar mi opinión por delante: Fields no me parece un qb élite, no me parece ni siquiera hoy un buen qb, y remarco hoy, porque le veo margen de mejora, tiene defectos más que evidentes, pero virtudes muy marcadas. Es un jugador de momentos, de highlights, tiene un cañón por brazo, y un físico imponente, es muy difícil de placar y corre como los ángeles, sus scrambles pueden ser maravillosos, en cierto modo me recuerda a su actual compañero Russel Wilson. La sensación que siempre me ha dado es que parecía hacer siempre las cosas al revés: corre cuando tiene que pasar, pasa cuando tiene que correr. Nunca se ha sentido cómodo en el pocket, eso seguro, no ha visto muchas veces a sus receptores abiertos, confunde presiones, y se queda con el football demasiado tiempo, en definitiva, malas lecturas, invitando a la defensa rival una y otra vez a ir a por él, liderando la liga en tiempo de reléase y en ratio de sacks. Para ver una de sus jugadas imposibles, hay que verle en el suelo demasiadas veces, pero este juego tan extremo, esas jugadas imposibles, y ese corazón que le pone, hace que la grada le quiera cada vez más, pero no así las gerencias ni cuerpos técnicos de la liga. Esa inconsistencia, esa fugacidad, esa levedad, esa imposibilidad de catalogar a Fields, fue el principio del final, al menos en la Windy City. Fields, a día de hoy, es incapaz de ser mínimamente regular.


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Los problemas que vemos en Fields, los vemos últimamente en muchos qbs al dar el salto de college a la NFL, los tiempos que los equipos dedican a la formación de los quarterbacks se han acortado radicalmente, se va buscando un impacto inmediato en jugadores cada vez menos preparados. Aquí viene el segundo problema que ha tenido Fields: Chicago ha sido posiblemente el peor sitio al que pudo recalar. Su primer año, tanto el HC, Matt Nagy, como el GM, Ryan Pace, después de llegar a los playoffs el año anterior, tras un triste 8-8 (que no debería haber confundido a nadie) y de perder de manera desastrosa en la ronda de Wild Card contra los Saints, querían intentar repetir aparición en postemporada, pero con un qb diferente, Trubisky había sido un inmenso error. Chicago subió al 11 para elegir a Fields, pero seguramente, debido a sus carencias, no estaban pensando en utilizarlo ya: Andy Dalton fue el elegido como qb1. Pero, cuando se lesionó al poco de comenzar la temporada, y tuvo que debutar Fields, el sistema nunca se ajustó a sus fortalezas, es como si no tuvieran nada preparado realmente para él aquella temporada, un poco un sinsentido. Con jugadores como Fields se debería fundamentar el juego de carrera: options, rpos, usar masivamente play-action, rollouts, sprint outs, mover el pocket, hacer lo posible para alejar el pass rush, descolocar las defensas, dar tiempo a los receptores a encontrar la separación, y a facilitarle las lecturas y la vida al qb, un sistema entero que hay que preparar para él. Nada de esto ocurrió, al acabar el año tanto el GM como el HC cogieron las de Villadiego.


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El segundo año llegó un régimen diferente, el actual. Un nuevo GM, Ryan Poles, con un HC bajo el brazo, Matt Eberflus, DC de los Colts, una mente defensiva. Lógicamente, este régimen no había elegido al qb, primer problema y, como suele ocurrir cuando un nuevo poder se alza, derriba la casa con todo lo que había dentro para construir desde los cimientos. Este segundo año, Fields, se encontró con una falta de talento a su alrededor enorme.  El record final, 3-14, lo dice todo.  Y con una carambola en la última jornada, los Bears obtuvieron el número 1 del Draft. Aquí es donde las parcas empiezan a manejar la tramoya, a tejer su hilo mágico, la tragedia inexorable que finalmente se irá cerniendo sobre Fields. Poco más tarde, Carolina, otra franquicia acostumbrada a hacer las cosas con los pies, pierde la cabeza e intercambia el número 1 de los Bears por unos cuantos picks (incluido una primera ronda para este año) y un WR de categoría, DJ Moore. Aparentemente, todo esto debería alegrar la vida de un joven quarterback…pero las parcas lo tenían en el guion, un aleteo de una mariposa en Charlotte estaba a punto de generar un huracán en el norte.


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El tercer año, éste que acaba de finalizar, con Luke Getsy de OC (tendrá importancia más adelante), tenía que haber sido el año de Fields: estaba mejor rodeado, se había mejorado la OL, habían llegado receptores, jugadores como el TE Kmet habían crecido….y pocos progresos se vieron, incluso en un momento del año, un undrafted qb, Tyson Bagent se hizo durante unos partidos con los mandos del equipo por lesión de Fields, consecuencia normal de su manera de jugar, y que le ha acompañado en los tres años de sus carrera, otra piedra en el camino….en fin,  las comparaciones, ya sabemos, son odiosas, el equipo incluso parecía mejorar con el joven Bagent. Al final, un insulso 7-10, y la conclusión de siempre: parece que mejora, o parece que no, sino todo lo contrario….la levedad de nuevo, qué demonios tiene Chicago detrás del center? Ryan Poles quizás no llegó a responderse nunca, en los designios de esas parcas estaba escrito que los Panthers, con su qb Bryce Young obtenido del trade realizado el año pasado con los Bears, naufragaban estrepitosamente….aquella primera ronda no era sólo tal cosa, era ni más ni menos que el pick 1 del draft…..y con una estrella en ciernes en el horizonte: Caleb Williams de USC, al que muchos comparan, y ojo, que podría pesarle, con el mismísimo Patrick Mahomes.


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Al comienzo de los offseason, Poles se dedicó en cuerpo y alma a buscar un buen trade por su qb, pero con un problema en esta partida de poker a 32 bandas que es la agencia libre….las cartas estaba tan claras, el farol era tan diáfano,  y la evaluación de Fields tan complicada, que los equipos ni le tomaron como un qb titular, ni como un qb backup… y eso se ve en que ha habido una veintena, sí, habéis leído bien, una veintena de movimientos de qbs (incluido los Raiders que tienen hoy a Luke Getsy de OC , sí, el OC de Fields este año pasado, que pasaron de los cantos de sirena de la ciudad del viento, fichando al salvaje de Gardner Minshew, opción a día de hoy más segura) sin que nadie llamara a la puerta de los Bears con una oferta jugosa, incluso sin oferta alguna, parece. De una segunda, quizás una primera ronda, se pasó a una tercera, a una cuarta…y finalmente la realidad, Pittsburgh que pasaba por ahí, tras fichar a un Russell Wilson de vuelta de todo, y que un joven, inexperto y confundido Pickett pidiera el traspaso, ofreció una bosa de pipas, una sexta ronda (sí, vale condicionalmente puede ser una cuarta si juega el 51% de los snaps) pero de 2025!!


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Parece que es el destierro, la vergüenza, para un qb que apuntaba maneras de estrella… nuestro querido Justin Fields, no le queda otra, cambia definitivamente la ciudad del viento por la ciudad del acero…pero espera, si se piensa bien….la levedad por el definitivo peso? la soñada consistencia y trascendencia?…. eso sólo las parcas nos lo dirán. Por el momento, esta tragedia acaba de manera diferente a las originales griegas, Chicago gana (consigue a Williams), Pittsburgh gana (Wilson y Fields en su qb room)….y debido a la idiosincrasia de este equipo, de su gerencia, y de su HC, Mike Tomlin, Fields no podía haber caída en un mejor sitio….creo que también gana!!!. El eterno retorno de Fields a la irregularidad, a la mediocridad en definitiva, podría llegar a su final. No me cuesta tanto imaginar unos Steelers jugando a la manera de los Eagles de 2022, con aquel juego que escondía los defectos y sacaba brillo de las bondades de un qb parecido (salvando siempre las distancias) a nuestro protagonista: Jalen Hurts. Por el momento Russell Wilson es el qb1, pero lo normal es que éste se evapore definitivamente, y el otro pueda enraizarse en la liga más dura del planeta. O ser todo lo contrario, cerrándose definitivamente la tragedia a la griega: Caleb Williams siendo el nuevo Fields, con los Bears buscando al qb perdido dentro de otros 3 o 4 años, y Fields olvidado definitivamente, destino común de toda ligereza. Sin embargo, queda una cosa clara: esta insoportable levedad nunca ha estado planificada en el hilo de la vida que tejen pacientemente nuestras queridas parcas para los duros Steelers: están forjados con el material del que se hacen los sueños, el material del que se hace el Lombardi…ellos no perderán nunca, son parte de la nobleza …seguro?.....qué se lo digan a Chicago!!!


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